Aproveché cuando llegué a la estación de autobuses para intentar mirar los horarios del autobús de vuelta del día siguiente. Me acerqué a preguntarle a uno de los operarios y me quedé alucinado cuando le oí rajarse a escasos dos metros de mí, y como si nada se puso a atenderme al momento, cuando le pregunté. Me pareció tan surrealista que estuve un rato riéndome sólo por la calle.
Cuando llegué al ‘Spire’ ya estaba Laura esperando allí, y en sólo cinco minutos apareció Alicia también. Lo primero que hicimos fue ir a la casa donde íbamos a pasar la noche a dejar las cosas antes de ir al centro otra vez. En Grafton Street nos encontramos al principio de la calle a un chaval joven haciendo ‘Busking’. Se le ocurrió a Laura decirle: ‘¡Toca una de Cranberries!
Nos dijo que se sabía la de ‘Zombie’, pero que no sabía cómo iba con la guitarra, así que le contesté en seguida: ‘Yo la toco para ti’. Y así fue mi primera experiencia haciendo ‘Busking’ en Grafton Street. Lástima que sólo durara dos minutos, lo que tardó en romperse una de las cuerdas de la guitarra. Yo no sabía dónde meterme. Tampoco fue realmente mi culpa, en casi 6 años tocando jamás había roto una cuerda antes. El chaval me dijo que no me preocupara, que las cuerdas eran bastante viejas. Le pregunté cuanto tiempo había estado tocando ahí, para ver si me consolaba la respuesta, pero me dijo que sólo llevaba 20 minutos, así que me sentí fatal y le dejé algo de dinero para otra cuerda. Suerte que como había muchos músicos más tocando en la misma calle, pudo conseguir rápido una cuerda para cambiarla.
Caminamos y caminamos en busca de un pub que nos habían recomendado unos policías, pero nos encontramos con una cola parecida a la que se forma en El Carmen cuando pone el Telepizza las pizzas a un euro. Volvimos por donde habíamos venido para encontrarnos con Silvia y Víctor que llegaban en tren de Limerick.
Nos acordamos mucho de Christophe durante la cena, porque estuvimos sentados al lado de la mesa donde nos dio aquél concierto improvisado un par de semanas atrás. Para salir probamos suerte por Temple Bar, aunque sabíamos que iba a estar todo a reventar. En algunos sitios nos dijeron que estaba el aforo completo, y en otros simplemente ni se nos pasó por la cabeza intentarlo…
Acabamos dando con uno que ponían música ochentera y que encima había bastante espacio para estar a gusto. Allí nos quedamos durante toda la noche. Había unos cuantos torpedos jóvenes a nuestro lado. Una torpeda perdida se nos acercó para intentar hacer migas. Menuda tupa de reír cuando la enseñamos a decir ‘torpeda’, creyendo que en realidad estaba diciendo ‘buenas noches’. Se fue hacia sus amigos repitiendo lo de torpeda en voz alta unas cuantas veces, y no pudimos parar de reír durante un rato. Sobre todo cuando al rato volvía otra vez gritando de nuevo ‘Torpedaa’.
Cuando salimos del garito nos encontramos con un chaval tocando la gaita en la calle, acompañado de un par de percusionistas. En unos pocos minutos la gente empezó a congregarse alrededor de él para bailar, torpedos y no torpedos.
El día había acabado para nosotros, que estábamos rotos. Sigo sin fiarme de muchos taxistas en Dublín. El que cogimos se lió un poco y nos llevó a una calle que no era, aunque estábamos casi al lado de la que debía coger. Tuvimos que enseñarle cómo usar su propio Gps para llegar...
Nos apañamos en la habitación que nos había prestado una amiga de Laura, durmiendo como sardinas en lata, repartidos los 5 en dos colchones. A las 4 se les acabó la cuerda a Laura y a Ali (les duró un buen rato) y caímos en sueño profundo.
PD: La foto de arriba es de una estatua de 'Thin Lizzy', al lado de Grafton Street.
No hay comentarios:
Publicar un comentario