Antes de irnos no pudimos evitar pedirle a Tio Harry hacernos unas fotos para inmortalizarnos con él, y mostró mucho interés en el blog al que le dije que iban a ir destinadas. Cogimos una tarjeta del hostal que nos reveló que el verdadero nombre de Tío Harry era ‘Brendan’, pero en nuestros corazones será Tío Harry para siempre.
En la puerta del hostal Victor se despidió para dirigirse hacia el nuevo hostal al que iba a alojarse, y yo cogí un taxi para llegar a casa de Christophe que me estaba esperando. Los taxistas en Dublin son muy pero que muy majetes. Fuimos todo el trayecto hablando, apenas nos llevo poco más de 5 minutos llegar hasta casa de Chris.
La sensación al entrar en su casa fue como la de estar en Matrix, porque la planta de abajo tenía una estética muy similar a las casas que salen en la primera peli de la saga. Durante los primeros minutos no hacían más que aparecer desconocidos por la cocina que llegaban, se servían el desayuno y volvían a esfumarse. La explicación es que habían tenido una fiesta el día anterior y como viven 5 personas en la casa, tenían invitados de distintas partes del mundo.
Esa misma tarde tenían programada otra actuación ‘Harry Bird and The Rubber Wellies’, pero les llamaron esa mañana de la sala del concierto diciéndoles que tenía que cancelarse porque el técnico de sonido estaba indispuesto. Tenían a mucha gente viniendo de muchas partes diferentes, incluido el padre de Maria que venía de Holanda exclusivamente al concierto. Era un concierto importante para ellos pues suponía la presentación en Dublin de su primer disco, así que pasaron la mañana buscando soluciones hasta que consiguieron llegar a un acuerdo con la sala.
Con tanto lío, contacté con Victor otra vez para quedar con el y Alicia por el centro. Al pasar por Grafton Street escuchamos que los músicos del día anterior estaban allí otra vez tocando, así que nos acercamos y nos saludaron nada más llegar (como para no acordarse!). Otra vez Victor y Alicia que empezaron a animarse y otra vez que se hicieron con el público…menos con un niño pequeño vestido de Spiderman, que salió corriendo en busca de la protección de su madre cuando Victor le dijo: Spidermaaan!!
A las 6 Alicia nos abandonó y my irish brother y yo nos fuimos en busca del acogedor calor de una Guinness, pues el frío era verdaderamente insoportable. Fuimos primero a una taberna un poco sosa, con dos músicos tocando temas ochenteros y una abuelita sentada en primera fila cantándoselos cardaga de nostalgia. Le cantamos el cumpleaños feliz a una polaca que había sentado al lado nuestro, casi fue lo más emocionante que pasó allí.
En cuanto se acabó nuestra bebida sagrada nos fuimos a la zona de Temple Bar, a probar suerte en el bar donde habíamos visto al calvo el día anterior. Esta vez estaba un tío gordito, que la verdad es que lo hacía bastante bien, pero el local no estaba ni la mitad de animado que el día anterior, quizás por las canciones que cantaba. Aún así, disfrutamos de otra Guinness y de unas cuantas buenas canciones. Acabamos hablando allí con unas chicas italianas muy majas, que nos dieron conversación mientras el músico hacía su descanso.
De ahí nos fuimos al concierto de mis amigos. Allí conocimos a Natalia, la camarera malagueña, que nos sirvió los mejores mojitos que hemos probado en nuestras vidas. Nos lo pasamos pipa en el concierto. En un momento dado la Guiness me obligó a ir al baño en medio de una canción, y cuando vuelvo al concierto no doy crédito cuando veo que están los músicos en el escenario hablando por el micrófono dirigiéndose a Victor, que estaba junto a la barra, y las primeras palabras que consigo oir al entrar es ‘He is in the bathroom because he had pee’, vamos que me estaba meando. Qué cabrón Victor! - pensé… y le pregunté qué estaba pasando. La cosa es que iban a cantar un tema que tienen en español y preguntaron si había algún español en la sala. Víctor alzó la voz y ellos pensaron que era yo, así que les dijo que era Victor y que yo andaba en el baño.
Aprovechó Harry Bird (el cantante del grupo, que es el escocés más vasco que he visto y veré en mi vida, vive en Bilbao claro) para hacerme traducir la canción del español al inglés para toda su audiencia, y fue un momento muy divertido porque a la vez que traducía, fui imitando las entonaciones que iba poniendo y todo el mundo se partía de risa. Momentazo sin duda.
Muchas de sus canciones nos las bailamos mientras todo el mundo permanecía como estatuas, porque si algo tenemos los españoles es que llevamos las ganas de divertirnos siempre puestas.
Coincidió el final del concierto con la llegada a Dublin de Silvia, que volaba el domingo. Victor fue a recogerla y nos reunimos los 3 para cenar algo y tomarnos otra Guiness en Temple Bar.
Les tuve que dejar pronto, porque temía llegar tarde a casa de Christophe y encontrármeles ya durmiendo. Chris me había dejado sus llaves, con total confianza, para que llegara a su casa cuando quisiese. Había cantidad de taxistas por el centro, y tengo que decir que fui pasando uno a uno, descartando a los Bin ladems y a los Contaquintes, hasta que encontré a uno que me daba muy buena espina. Quizá tuve suerte otra vez, o quizá sea que todos los taxistas dublineses son encantadores.
Cuando abrí la puerta de la casa me encontré las luces apagadas. Ni un alma en la cocina, así que subí las escaleras y toqué con los nudillos la habitación de Chris y Maria, pero nadie contestaba. Fui a la cocina y llamé a Chris pero no me dio respuesta. Le mandé un mensaje y ocurrió lo mismo, así que aunque me parecía raro, pensé que quizás se habían quedado dormidos olvidando que no me habían dicho en qué habitación tenía que dormir.
Pensé que en la calle dormiría aun peor con los vagabundos, que hay unos cuantos por allí, así que en comparación no me pareció tan malo dormirme sentado en uno de los sillones de la cocina. Estuve un buen rato intentando pensar alguna solución mejor, pero acabé resignándome y apagando la luz, y poco a poco fui cogiendo la posturita. Me duró 10 minutos el percal, fue oír un ruido de gente entrando por la puerta, pegué un brinco y salí corriendo cual perro recibiendo a su amo. Habían estado hasta tarde y Chris no había visto ni mi llamada ni mi mensaje. Estuvimos los 4 en la cocina charlando durante algo más de una hora y, aunque estaba muerto de cansancio, lo estaba pasando muy bien hablando con ellos.
Para dormir me dejaron un colchón a ras de suelo en una habitación enorme llena de trastos, con una almohada que no se levantaba 5 centímetros del suelo, un saco de dormir para arroparme y un frío que encogía las pelotas. A esas horas pensé que aquello era perfecto, después de haberme imaginado con la tortículis que iba a tener al dia siguiente de haber dormido en la cocina.
Creo que tardé poco en quedarme dormido, pero me costó hacerme a aquel frío…
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