martes, 23 de febrero de 2010

1st Day: David in Dublin

Se podría escribir todo un libro tan sólo del primer día que hemos pasado en Dublín. Pronto nos dimos cuenta de que iba a ser un día cargado de anécdotas, porque ya el viaje en avión fue toda una odisea. Tuvimos de todo: desde un argentino que se quedó en tierra porque le dio un “jamacuco”, motivo por el cual tuvieron que retrasar la salida del avión para buscar su maleta y dejarla en tierra, pasando por la irlandesa que sufrió un ataque de pánico minutos antes de despegar (momento en el que empezó a cundir el pánico entre algunas personas), o un hombre durante el vuelo enzarzado a gritos con unas jovencitas que no paraban de darle el coñazo.

Una vez en el aeropuerto de Dublín, cogimos el autobús que nos llevaba al centro y allí nos separamos con la intención de reunirnos después de dejar las maletas para comer los 4 juntos. Ahí empezó el calvario para Víctor y para mí. Se nos hizo un infierno localizar el hostal en el que íbamos a pasar la noche los dos. Estuvimos algo más de una hora dando vueltas por las calles de su alrededor sin haber logrado siquiera averiguar dónde estaba la calle a la que teníamos que ir. Creo que preguntamos sin suerte a cerca de 20 personas, pero el colmo fue un borracho que pretendía orientarse mientras señalaba con su dedo en la hoja de nuestra reserva los datos referentes a los detalles de la habitación…Ahí fue cuando lo vi negro y dije: “Victor, estamos hundidos..”.

Sin embargo no perdimos la fe y una iluminada nos dio las referencias acertadas. Así pues, llegamos al número 22 de nuestra querida “Upper Gardiner Street” y resulta que era una casa muy mona…pero lo que era letrero de hostal no había ninguno. Y es entonces cuando aparece nuestro estimado tío Harry, que entraba por la verja del número 21, y al vernos algo despistados preguntó qué andábamos buscando.

Tío Harry es un hombre campechano, con muy buen sentido del humor, todo un especialista en el trato personal. Es el “casero” del hostal, que resulta que es el número 21, no el 22 como aparece en la reserva. Nos llevamos un chasco cuando descubrimos que lo que había reservado Victor no era una habitación doble, sino una “single room”, algo que a Tío Harry le hizo mucha gracia, porque como bien dijo entre sus entrañables carcajadas y con una enorme sonrisa en su cara: “A single room is a single room!”. De nuevo lo vi negro y volví a decir aquello de: “Victor, estamos hundidos…”. Pero Tío Harry pronto buscó una solución y nos consiguió una habitación doble por apenas 10 euros más. He aquí lo bueno, el momento en que abre la puerta con un suave empujón y mientras la puerta lentamente nos va mostrando el interior de la habitación, nuestras inocentes sonrisas comienzan a torcerse cuando poco a poco vemos aparecer una cama de matrimonio. El susto duró segundos, lo que tardamos en entrar y comprobar que había una cama más.

Le pedimos a Tío Harry la contraseña para entrar en internet, y muy amable fue en busca de ello. Nos la apuntó a mano en una hoja. Aquella contraseña parecía el antiguo testamento escrito en clave. ¿Dónde se ha visto una contraseña de 24 caracteres? Después de aquello, cuando nos sentamos en la cama para descansar un minuto y analizar todo lo sucedido, nos entró un ataque de risa que duró unos cuantos minutos. Qué grande Tio Harry! Cómo le echaremos de menos…

Cuando estuvimos listos para irnos del hostal, Tío Harry nos despidió de nuevo con una sonrisa y con su más que peculiar carcajada. Le habíamos caído bien.


Liberarse de las maletas fue una bendición. A partir de ahí empezamos a disfrutar mucho más de la ciudad. Nos reunimos otra vez con Laura y Alicia. Después de comer juntos, caminamos por el centro de Dublin y fuimos a parar a una tienda de Souvenirs. Fue imposible resistir la tentación de empezar a hacernos fotos probándonos todo tipo de gorros con barbas a lo ‘Leprichaud’ incluidas. El son de la música celta que en ese momento estaba sonando en la tienda nos incitó a marcarnos unos bailes muy divertidos, olvidando por un momento que estábamos en medio de la tienda. La dependienta enseguida nos reconoció españoles, cómo no!


Después fue un grupo de música (el cual recomiendo enormemente, se llaman ‘Mutefish’ y suenan genial) tocando en plena calle ‘Grafton Street’. Tenían un gran corro de gente alrededor escuchándoles. Otra vez nos empezamos a dejar llevar por tan encantadora música… cuando de repente Víctor y Alicia empiezan a animarse y animarse y al momento se encuentran los dos bailando en medio de todo el círculo, ante la mirada estupefacta de todos los allí presentes. Si algo aprendí en Dublin es que Victor, aparte de no tener vergüenza, es un gran aficionado al baile, y que Alicia y él hacen una pareja perfecta! Ni Laura ni yo podíamos parar de reírnos. Nos dolía la tripa de la risa de ver cómo los que estaban ahí dando la nota eran mis dos compis españoles. Hay que decir que estaban haciéndolo muy bien. Cuando terminó la canción, Victor hizo el amago de pasar el gorro por la gente, lo que hizo mucha gracia a la gente.


La primera Guinness… ¡oh la primera Guinness! Fue en un bar de la zona de Temple Bar mientras un calvo muy salao deleitaba a los presentes con versiones míticas de grupos míticos en un bar mítico de una ciudad mítica. Pronto nos hicimos notar (otra vez) con nuestros bailes y en seguida nos pregunto el calvo por nuestra procedencia. Así pues nos dedicó un… ’para bailar la bamba…para bailar la bamba se necesita una poca de gracia…’, gracia que no le hizo falta a Victor, porque el tío sacó a una chica de por ahí a bailar durante la canción, a pie de escenario con un público entregad. Vaya bailes se marcó, qué crack! El calvo se tiró el rollo cuando le pedimos que cantara alguna versión de Cranberries o U2 y nos deleitó con ellas.

Al concierto de “Harry Bird & The Rubber Wellies” fuimos Victor y yo. La sala del concierto estaba en la misma Grafton Street. Hacen muy buena música y muy tranquila. En una de estas me giro para contarle una cosa a Víctor, y le veo tambaleando la cabeza en el sitio con los ojos cerrados a punto de irse de boca al suelo. Había dormido solo una hora y media, así que se tuvo que salir fuera a echarse agua en la cara para poder volver a entrar y sentarse a escuchar lo que quedaba.

Cuando salimos del concierto, bajamos Grafton Street otra vez y, en vez del supergrupo de música celta tocando supercanciones irlandesas, lo que había era un triste saxofonista tocando una triste canción con su triste saxofón, lo cual no supuso ningún impedimento a Víctor para coger a la primera mujer que se encontró de cara (y digo bien, mujer, más bien cincuentona) y empezar a bailar como si fuera lo más natural del mundo. Y lo mejor de todo es que la mujer le siguió completamente el rollo!

Guinness…oh Guinness!! Y si es en un bar de la zona de Temple Bar, sabe aún mejor. Increible escuchar a todo un garito cantando 'With or Without You' de 'U2', que es uno de mis temas favoritos y la melodía de mi alarma de todas las mañanas.Fue una noche en la que conocimos a bastante gente. Fue muy gracioso hacernos pasar por guiris con una chica que sabíamos que era española, y en un momento de la conversación pasar de repente de hablar inglés a hablar español perfectamente, para ver su cara de ‘me habéis tomado el pelo durante todo este tiempo’! Después fue Jennifer ‘Rrrrr’, una francesa orgullosa de su pronunciación de la ‘Rr’ y que no paraba de decirnos al oido ‘Rrrrr’.

Menudo aprieto cuando un borracho que andaba a nuestro lado por la calle me pregunta por si me parece ‘hot’ su amiga, y yo en un tono lo más diplomático y cauto posible, le contesté que era ‘nice’, confirmándose mis sospechas cuando me salta con que si estoy diciendo que su novia es ‘nice’! De alguna manera que no recuerdo bien conseguí salir del lío, pero me quedó cierta sensación de que el tío se pensó que Victor y yo eramos pareja o algo así….

Llegamos al hostal de Tío Harry bastante cansados. Jamás había visto a alguien dormise tan rápido como lo hizo Víctor; conté menos de 10 segundos desde su última palabra hasta el primer ronquido, increíble!

El primer día en Dublín fue mucho más grande de lo que podía haber imaginado. Creo que es una ciudad a la que volveré muchas más veces en busca de nuevas aventuras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario