Gary nos preparó un exquisito ‘Irish breakfast’ que le sentó de vicio a mi estómago. Ojalá todos los sábados empezaran así, merece la pena levantarse de la cama sabiendo que te está esperando tan preciado desayuno.
La noticia de mi percance del día anterior había volado entre los conocidos de Ger, porque toda persona con la que fuimos topando me preguntó por lo ocurrido. Todos estaban apenados de que hubiera pasado algo así en su ‘Town’, pero yo les dije que es algo que puede ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento y es absurdo sentirse culpable.
Conocí a los perritos de Ger. Cómo no, tiene dos también, hembras ambas en este caso. Intuyo que lo de tener dos lo hacen para que los perros siempre estén acompañados y no pasen tiempo solos. Al fin y al cabo, se lo pueden permitir, todos tienen un pequeño jardín y una caseta en sus viviendas.
Una de las perras tiene 13 años y está bastante mayor ya, así que la otra, que se llama ‘Tara’ y que es algo hiperactiva, nos acompañó a Ger, Conor y a mí a dar un paseo por la orilla del río. El río debe tener unos 15-20 metros de ancho. Hay una senda que recorre toda la orilla. Creo que por ella se pueden llegar a recorrer más de 40 km. Nosotros anduvimos un largo rato. Por culpa de las lluvias estaba todo un poco embarrado. La perra se lo pasó en grande correteando de un lado a otro. Ger se cansó a medio camino y nos esperó sentado en un tronco. Conor y yo seguimos hasta una pequeña cascada que quería enseñarme.
Se me ha olvidado decir que hacía un día soleado, muy agradable. No habían gozado de un día así desde hacía más de un año. A finales de mayo del año pasado empezó a llover y no paró hasta finales de Septiembre. Es exagerado!
Conor me ha prometido volver a llevarme por allí poco antes de irme, para ver cómo empieza a verdear y florecer todo. Me habló del espectáculo de colores cuando salen las flores. Él camina todos los días por el mismo camino con su radio puesta, durante horas y horas como dije.
Después del paseo Ger tuvo que volver a casa para terminar trabajo para la escuela, así que Conor me llevó a ver uno de los muchos ‘Dolmen’ que se pueden encontrar por el país. Es increíble pensar cómo hace 5.000 años pudieron unas personas transportar piedras de semejante peso y tamaño desde una distancia de unos 60 kilómetros. Es alucinante. Se cree que tenían una función de sepulcro colectivo, aunque realmente se desconoce mucho acerca de ellos.
A las 4 menos cuarto habíamos quedado todos para ir a ver el esperado partido de Rugby England-Ireland, lucha entre eternos rivales, así que nos fuimos pronto a casa para comer y volver a reunirnos al poco después.
A las 3:45 estábamos listos para coger un taxi Ger, Gary, Pat y yo. Pat es uno de los profesores que vino a la ‘session’ del jueves. Tiene acogidos dos estudiantes españoles en casa. Yo conozco a uno de ellos, Mari Carmen, que vino con Pat a la ‘session’. Mari es una chica de Cuenca que está aquí por una beca de maestros, pero llama la atención que llevando un mes aquí en Carlow, esa era la primera vez que salía por ahí. Tenía tantas ganas reprimidas de hablar que la mujer me calentó la cabeza durante toda la noche, y me agobió intentando organizarme nada más conocerme. El otro estudiante, Rafa, es un tío de lo más raro al parecer, que no se relaciona y que se pasa el santo día sin salir de casa. Entre uno y otro… yo vine aquí a hablar inglés y no a juntarme con españoles, como pretendía la mujercilla de Cuenca.
Menos mal que estoy delgadito, porque fui sentado en medio en la parte de atrás del taxi con Pat a un lado y Gary al otro, y yo iba completamente encajado sin poder mover un músculo, ya que los amigos eran ambos de buen comer…
El ambiente en el bar era alucinante, todos con sus camisetas verdes de Irlanda. Mi intento de llevar algo verde fue mi jersey verde apagado, nada que ver con el verde vivo de la camiseta de Irlanda. Allí nos juntamos con más amigos (me cuesta retener algunos nombres) y Conor acabó llegando más tarde. Fue un partido muy pero que muy emocionante. Cada vez que Irlanda conseguía un ‘try’ o convertía un lanzamiento, todo el mundo en el bar estallaba de alegría. Se me ocurrió chocar las 5 con un hombre que lo vivía como nadie y casi me quedo sin mano. Cuando Irlanda avanzaba rápido en alguna jugada que intuía un buen final, todos alzaban la voz con gritos de ánimo. Yo me lo pasé pipa viendo el partido y el panorama. Con las Guiness tuve que desengancharme del ritmo que llevaban los demás, porque esta gente bebe mucho mucho.
El partido no se decidió hasta la última jugada. Irlanda iba por delante y, con el tiempo cumplido, Inglaterra se acercaba muy peligrosamente tratando de conseguir un último ‘try’ que les daría la victoria. Irlanda tenía que lograr robar la bola y tirarla fuera para que el partido terminara. Duró varios minutos esa última jugada, con Inglaterra avanzando más y más y con Ger y medio bar más al borde de un infarto. El pánico cundió por segundos, pero al final toda la tensión se liberó cuando consiguieron hacerse con la bola y lanzarla fuera. Habían vencido al gran rival, era hora de celebrarlo.
Antes de que abandonáramos el bar para ir a otro cercano, apareció Nadia, ‘la galleguiña’. Esta vez le cogí su número y su correo. El lunes toca en un bar, creo que se trata de otra ‘session’, así que habrá que acercarse por allí, esta vez con más cuidado.
Encadenamos varios bares seguidos. Descubrí que Gary es imbatible con el billar y que además es un gran melómano. No hay quien le pille con una canción de la que no sepa el título o el autor, y mira que lo intenté con unas cuantas de las que sonaban. Varias personas me han dicho ya que Gary tiene una muy buena voz. Tanto él como Ger tocan la guitarra, así que hemos quedado en juntarnos pronto y pasarlo en grande tocando música ‘and so on’. De hecho el jueves nos han invitado a Aine y a mí a cenar en su casa. Como la cena esté al nivel del desayuno, ya puedo ir frotándome las manos.
Ger nos abandonó cuando consideró que su tasa de alcohol empezaba a superar cotas consideradamente elevadas, produciendo problemas de coordinación motora acompañados de visión borrosa. Su razonamiento fue seguramente mas simplista: ‘Estoy borracho, me voy a casa’. Ya me había contado que lo suele hacer siempre; en cuanto se nota ebrio, se desvanece como la niebla y coge el primer taxi para casa.
Yo me quedé con Gary y los demás hasta cerca de las 11. A esa hora cogí un taxi compartido con él y caí como un tronco cuando llegué a casa.
Dicen que el domingo es el día que descansó el Señor, y a mi me parece que yo voy a hacer lo propio...
(En la foto: Gary, el carpintero de cuyo nombre no me acuerdo y yo)