domingo, 28 de febrero de 2010

The rugby match: England-Ireland

Empezó fuerte el sábado. Ger y Gary, su compañero de piso, me invitaronn a desayunar en su casa a las 11. Cuando llegué me encontré que también estaba allí Conor, que debe gustarle madrugar porque es de los que les encanta andar durante horas y horas todos los días.

Gary nos preparó un exquisito ‘Irish breakfast’ que le sentó de vicio a mi estómago. Ojalá todos los sábados empezaran así, merece la pena levantarse de la cama sabiendo que te está esperando tan preciado desayuno.

La noticia de mi percance del día anterior había volado entre los conocidos de Ger, porque toda persona con la que fuimos topando me preguntó por lo ocurrido. Todos estaban apenados de que hubiera pasado algo así en su ‘Town’, pero yo les dije que es algo que puede ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento y es absurdo sentirse culpable.

Conocí a los perritos de Ger. Cómo no, tiene dos también, hembras ambas en este caso. Intuyo que lo de tener dos lo hacen para que los perros siempre estén acompañados y no pasen tiempo solos. Al fin y al cabo, se lo pueden permitir, todos tienen un pequeño jardín y una caseta en sus viviendas.

Una de las perras tiene 13 años y está bastante mayor ya, así que la otra, que se llama ‘Tara’ y que es algo hiperactiva, nos acompañó a Ger, Conor y a mí a dar un paseo por la orilla del río. El río debe tener unos 15-20 metros de ancho. Hay una senda que recorre toda la orilla. Creo que por ella se pueden llegar a recorrer más de 40 km. Nosotros anduvimos un largo rato. Por culpa de las lluvias estaba todo un poco embarrado. La perra se lo pasó en grande correteando de un lado a otro. Ger se cansó a medio camino y nos esperó sentado en un tronco. Conor y yo seguimos hasta una pequeña cascada que quería enseñarme.

Se me ha olvidado decir que hacía un día soleado, muy agradable. No habían gozado de un día así desde hacía más de un año. A finales de mayo del año pasado empezó a llover y no paró hasta finales de Septiembre. Es exagerado!

Conor me ha prometido volver a llevarme por allí poco antes de irme, para ver cómo empieza a verdear y florecer todo. Me habló del espectáculo de colores cuando salen las flores. Él camina todos los días por el mismo camino con su radio puesta, durante horas y horas como dije.


Después del paseo Ger tuvo que volver a casa para terminar trabajo para la escuela, así que Conor me llevó a ver uno de los muchos ‘Dolmen’ que se pueden encontrar por el país. Es increíble pensar cómo hace 5.000 años pudieron unas personas transportar piedras de semejante peso y tamaño desde una distancia de unos 60 kilómetros. Es alucinante. Se cree que tenían una función de sepulcro colectivo, aunque realmente se desconoce mucho acerca de ellos.


A las 4 menos cuarto habíamos quedado todos para ir a ver el esperado partido de Rugby England-Ireland, lucha entre eternos rivales, así que nos fuimos pronto a casa para comer y volver a reunirnos al poco después.


A las 3:45 estábamos listos para coger un taxi Ger, Gary, Pat y yo. Pat es uno de los profesores que vino a la ‘session’ del jueves. Tiene acogidos dos estudiantes españoles en casa. Yo conozco a uno de ellos, Mari Carmen, que vino con Pat a la ‘session’. Mari es una chica de Cuenca que está aquí por una beca de maestros, pero llama la atención que llevando un mes aquí en Carlow, esa era la primera vez que salía por ahí. Tenía tantas ganas reprimidas de hablar que la mujer me calentó la cabeza durante toda la noche, y me agobió intentando organizarme nada más conocerme. El otro estudiante, Rafa, es un tío de lo más raro al parecer, que no se relaciona y que se pasa el santo día sin salir de casa. Entre uno y otro… yo vine aquí a hablar inglés y no a juntarme con españoles, como pretendía la mujercilla de Cuenca.

Menos mal que estoy delgadito, porque fui sentado en medio en la parte de atrás del taxi con Pat a un lado y Gary al otro, y yo iba completamente encajado sin poder mover un músculo, ya que los amigos eran ambos de buen comer…

El ambiente en el bar era alucinante, todos con sus camisetas verdes de Irlanda. Mi intento de llevar algo verde fue mi jersey verde apagado, nada que ver con el verde vivo de la camiseta de Irlanda. Allí nos juntamos con más amigos (me cuesta retener algunos nombres) y Conor acabó llegando más tarde. Fue un partido muy pero que muy emocionante. Cada vez que Irlanda conseguía un ‘try’ o convertía un lanzamiento, todo el mundo en el bar estallaba de alegría. Se me ocurrió chocar las 5 con un hombre que lo vivía como nadie y casi me quedo sin mano. Cuando Irlanda avanzaba rápido en alguna jugada que intuía un buen final, todos alzaban la voz con gritos de ánimo. Yo me lo pasé pipa viendo el partido y el panorama. Con las Guiness tuve que desengancharme del ritmo que llevaban los demás, porque esta gente bebe mucho mucho.


El partido no se decidió hasta la última jugada. Irlanda iba por delante y, con el tiempo cumplido, Inglaterra se acercaba muy peligrosamente tratando de conseguir un último ‘try’ que les daría la victoria. Irlanda tenía que lograr robar la bola y tirarla fuera para que el partido terminara. Duró varios minutos esa última jugada, con Inglaterra avanzando más y más y con Ger y medio bar más al borde de un infarto. El pánico cundió por segundos, pero al final toda la tensión se liberó cuando consiguieron hacerse con la bola y lanzarla fuera. Habían vencido al gran rival, era hora de celebrarlo.

Antes de que abandonáramos el bar para ir a otro cercano, apareció Nadia, ‘la galleguiña’. Esta vez le cogí su número y su correo. El lunes toca en un bar, creo que se trata de otra ‘session’, así que habrá que acercarse por allí, esta vez con más cuidado.

Encadenamos varios bares seguidos. Descubrí que Gary es imbatible con el billar y que además es un gran melómano. No hay quien le pille con una canción de la que no sepa el título o el autor, y mira que lo intenté con unas cuantas de las que sonaban. Varias personas me han dicho ya que Gary tiene una muy buena voz. Tanto él como Ger tocan la guitarra, así que hemos quedado en juntarnos pronto y pasarlo en grande tocando música ‘and so on’. De hecho el jueves nos han invitado a Aine y a mí a cenar en su casa. Como la cena esté al nivel del desayuno, ya puedo ir frotándome las manos.

Ger nos abandonó cuando consideró que su tasa de alcohol empezaba a superar cotas consideradamente elevadas, produciendo problemas de coordinación motora acompañados de visión borrosa. Su razonamiento fue seguramente mas simplista: ‘Estoy borracho, me voy a casa’. Ya me había contado que lo suele hacer siempre; en cuanto se nota ebrio, se desvanece como la niebla y coge el primer taxi para casa.

Yo me quedé con Gary y los demás hasta cerca de las 11. A esa hora cogí un taxi compartido con él y caí como un tronco cuando llegué a casa.

Dicen que el domingo es el día que descansó el Señor, y a mi me parece que yo voy a hacer lo propio...


(En la foto: Gary, el carpintero de cuyo nombre no me acuerdo y yo)

sábado, 27 de febrero de 2010

Irish Session (Thursday's night)

Las llaman sesiones. Se trata de músicos que se juntan alrededor de una mesa y, mientras beben sus Guiness, se arrancan con todo tipo de canciones tradicionales irlandesas. Fue una auténtica gozada.

El violinista, David, es el mejor músico que hay en todo Carlow. Había una española entre ellos, Nadia, una gallega que lleva 10 años en Irlanda y que tocaba el Whistle y el violín.

Esto ocurre cada Jueves y cada Sábado en el ‘Teach Dolmain’, en la planta de arriba. En la planta que está a nivel de calle estaba esta otra banda tocando, mucho más Folk, pero que sonaba bastante bien también.

Aine me presentó a unos cuantos amigos suyos, casualmente todos profesores. Gente muy agradable. Es gracioso que todos los profesores acaban juntándose entre ellos aquí. ¿Llegarán a formar un Teachers-Guetto?

Sobre la música, mejor os dejo unos cuantos links aquí. Estaba oscuro

Irish Session – 1 Irish Session - 2 Irish Session – 3 Irish Session - 4

Irish Session - 5 Irish Session - 6 Irish Session - 7 Irish Session - 8

Espero que os guste.

1st Friday in Carlow

La tarde del viernes cundió bastante. Aine está fuera este fin de semana, se ha ido a ver a su hermana que va a dar a luz a una niña. También se ha llevado a Bilbo y Frodo, así que me he quedado solo en la casa.

Sobre las 4, Ger y yo fuimos caminando hacia el centro para encontrarnos en el ‘Teach Dolman’ con Conor, un amigo en común de Ger y Aine. Conor es quien va a enseñarme a bailar algunas danzas irlandesas. El otro día en la cocina de casa, mientras sonaba un disco de ‘Sharon Shannon’, Aine trató de enseñarme algunos pasos para empezar. Fue un momento muy cómico, los dos bailando en medio de la cocina ante la atónita mirada de Bilbo y Frodo.



Conor proviene de Cork, al igual que Gerard, con la única diferencia de que Ger es la única persona que procede de aquella ciudad y no tiene ese acento tan característicamente cerrado que les hace ininteligibles a oídos de los demás. De hecho las primeras que me dirigió Conor al ver que no fui capaz de entender lo primero que me habló fueron: Punto 1, soy de Cork así que mi acento es difícil de entender. El punto 2 tenía que ver con su boca, que necesitaba ser vista por el dentista porque tenía una inflamación notable a la vista que no le permitía vocalizar bien. Aún así, mi oído le fue aceptando poco a poco. Me cayó realmente bien el hombre. Uno de estos días va a llevarme a ver varios de los lugares de los alrededores de esos que merece la pena visitar.



Sobre las 5, Ger y Conor volvieron a sus casas y yo me quedé en el centro. Aproveché para perderme por las calles de la ciudad, fotografiar todo lo que se me ponía en medio, comprar un whistle en una tienda de música con la intención de aprender algo antes de volverme, ver el río grande por primera vez, pasear por los alrededores de la catedral, la que no había visto todavía, visitar los restos de un castillo…

Había intentado averiguar estos días dónde se localizaba el Lidl, pues para ciertas cosas, me habían dicho que tiene buenos precio. Después de casi 3 horas dando vueltas por la ciudad, decidí que ya era hora de volver a casa. Debí despistarme en algún momento y coger una calle equivocada, porque lo cierto es que me perdí, con la suerte de que fui a dar directamente al Lidl.

Me fue fácil averiguar cómo llegar desde ahí a la calle que me llevaba a casa. Tenía que recorrer una calle residencial bastante larga que unía una calle con otra. Se me hizo más difícil de lo esperado continuar mi camino por esa calle, porque de repente apareció un perrito blanco monísimo subido a lo alto de un pequeño muro que separaba la calle de la zona residencial. El perro de alguna forma me hizo detenerme para prestarle atención, y utilizando la comúnmente conocida como ‘Mirada-del-gato-de-Shrek’, me retuvo durante un par de minutos. Cada vez que intentaba irme, volvía a caer en la trama de su encanto y el perro se acababa saliendo con la suya.

Cuando conseguí concienciarme y reanudar la marcha, no recorrí sino 20 metros cuando me encontré encima de un muro, clavadito al anterior, un gatito que debería tener apenas 3 o 4meses. Así que otra vez que me paré a hacer monerías al animal. De vez en cuando miraba alrededor, no fuera a ser que estuvieran los dueños echando un vistazo y se pensaran que estaba intentando llevarme al gato secuestrado!

Llegé a casa roto, después de casi 3 horas andando por toda la ciudad.

Una vez cené y repuse fuerzas después de la gran caminata, salí de nuevo de noche hacia el centro en busca de buena música en directo, y lo único que pude encontrar fue un concierto de rock insoportable y un trío de lo más popero que no me inspiraba nada de nada.

Visto el percal me vi obligado a volverme para casa, y fue entonces cuando me ocurrió una de las cosas más surrealistas que me han pasado jamás, y surrealistas precisamente me han pasado unas cuantas.

Andando por Dublin St., la calle más importante del centro de Carlow y donde están situados los principales bares, me crucé con un grupo de jóvenes (dos chicos y tres chicas) que parecían ir bebidos, así que viéndolo de lejos me fui apartando a un lado de la acera para dejarles todo el ancho de la misma libre. Yo iba caminando tranquilamente con las manos resguardadas en el bolsillo, con mi cabeza pensando en mis tonterías, y de repente sin venir a cuento y sin ni siquiera poder verlo venir me llovieron un par de ostias que me dejaron medio conmocionado e incapaz de reaccionar. Nada ocurrió después, ni una palabra, ni una mirada, ni nada. Yo seguí andando al mismo paso como si nada hubiese ocurrido para evitar buscarme un problema mayor, y miré una sola vez atrás para comprobar que ellos también seguían su camino y no hacían ningún amago de volver.

No sé si fue el cansancio o qué pero ni siquiera sentí la más mínima sensación de rabia o furia, todo lo contrario, después de unos pocos segundos empezó a entrarme la risa al pensar en lo absurdo de la situación. Yo que había salido con toda mi buena intención a escuchar un poco de música y lo que me llevé a cambio fue un par de buenas ostias, en total sentido literal.

Con la cara comenzando a hincharse, todavía probé suerte en el ‘Teach Dolman’, el bar en el que había estado escuchando la 'session'el día anterior, pues me pillaba de camino y quería gastar el último cartucho antes de resignarme a volver a casa sin concierto, sin Guinness y con par de ostias encima.

No fue mi día definitivamente...

(Lo más curioso es que le pasó algo casi idéntico a mi abuelo hace tan sólo 6 días. Un loco le dió una leche cuando paseaba tranquilamente por Madrid. Descerebrados existen en todas partes...)

El exorcista

Transcurría el día normal. Pasé las primeras horas con Steven, el profesor de Necesidades Especiales, que estaba sustituyendo a Sarah que había asistid a un curso en busca de recoger más ideas sobre cómo tratar con niños problemáticos con mal comportamiento en el aula. Luego iba a entender por qué.

Lo que Sarah no sabe es que lo que realmente necesita, y con urgencia, es hacer un curso exprés de cómo practicar un exorcismo.

Volviendo al aula. De un momento a otro y sin existir ningún motivo aparente, el pequeño Joseph de 5 años sufrió una transformación, como si el mismísimo diablo le poseyera por dentro. Primero empezó a producir unos sonidos rarísimos, como los del rugido de un dinosaurio pero con un toque más satánico. Fue uno por uno rugiendo en la misma cara a sus estupefactos compañeros, y como eso no le parecía suficiente, se metió de golpe unos 3 o 4 plastidecores en la boca y empezó a masticarlos.

Antes de eso, sabía que el pequeño demonio comía lápices, gomas… después del trance, acabé enterándome de que también había degustado la madera de una de las mesas de clase a la que le falta un buen trozo en la superficie. Parece ser que por su casa también hay huellas de su extraña afición por los muebles. Maldito roedor!

Entre Steven y yo conseguimos cogerle (iba a decir reducirle, pero sonaría raro con un niño de tan sólo 5 años!), pues el tío intentó torearnos corriendo por la clase de un lado a otro tratando de que no le pilláramos, mientras el chaval se desojonaba y dejaba fluir sus malvados pensamientos en voz alta. También me habían contado que en alguna ocasión Joseph había comentado que oía voces en su interior… acojona!

Esta vez, mientras Steven intentaba hacerle entrar en razón, las palabras que salían de su boca eran: ‘All I can think in is doing bad things’, y lo iba acompañando con unas diabólicas carcajadas.

Con tal percal, fui en busca de una mesa y un par de sillas para sacar a la ‘bestia’ del aula hasta que consiguiéramos que se calmara. Lejos de calmarse, estando a solas con él, en el tú a tú me recibió escupiéndome más plastidecores que se había vuelto a introducir en la boca, recordándome cada vez más a algunas escenas de la niña de ‘El exorcista’.

Lo siguiente fue decirme, todo con una voz que no era la suya y que parecía poseída por el mismísimo Lucifer, que yo le había hecho volverse loco y hacer todas esas cosas, que me volviera a mi país. Eso es lo más bonito que me dijo antes de depositar un asqueroso y viscoso moco en su lengua y mostrármelo orgulloso mientras sacaba la lengua.

Intentó levantarse otra vez para entrar corriendo en el aula, pero tuve reflejos para cazarle a tiempo y volví a colocarle en la silla. Steven vino a ayudarme al ver que la cosa no mejoraba. Se puso de cuclillas para quedarse a la altura de Joseph, ya sentado, e inició un dialogo con él. La respuesta que obtuvo fue un bolazo de papel en toda la cara, a lo que Steven respondió en un tono totalmente moderado, y sin haber movido ni un solo músculo de su cuerpo, diciendo: ‘Eso no es educado Joseph. ¿Cómo vas a terminar ahora tu trabajo si acabas de estropearlo?.

No pareció importarle mucho al niño, así que tuvimos que retirarle todo lo que tenía a su alcance y yo me quedé con él esperando a que se calmara. Steven dejó la puerta de clase entreabierta, para que Joseph pudiera escuchar el cuento que estaba leyendo a los demás niños. Joseph, al cabo de un rato y mucho más calmado, me rogó que le dejara incorporarse a la clase para poder escuchar bien el cuento. Le coloqué su silla a una distancia prudencial de todo elemento, viviente o no, y se sentó tranquilo con su cara de no haber roto un plato a escuchar el cuento hasta que este hubo acabado.

Por unos segundos respiré aliviado, y como todo parecía volver al a normalidad, le dejamos que volviera a su sitio pensando que ya había pasado todo. Duró 30 segundos la ilusión, el tiempo que tardó el demonio interior en volver a poseerle. Esta vez se subió encima de la mesa y empezó a pegar patadas a todo lo que había encima de ella, otra vez con esa voz del inframundo exteriorizando todos sus pensamientos interiores. Ya no volvimos a intentarlo más.

Esperando con fe a que llamaran a un verdadero exorcista para expulsar a Satanás de su pequeño cuerpo, me conformé con el anuncio de que su madre venía a recogerle a mediodía. La espera se me hizo eterna, pero me llevé un subidón cuando la directora me dijo que iba a quedarse en casa el día siguiente.

El lunes será otra cosa…

jueves, 25 de febrero de 2010

Getting to know Carlow

El día en el colegio transcurrió con toda normalidad. Las primeras horas las pasé supervisando a Joseph, un niño que le había estado causando problemas a una de las profesoras. Así que estuve la mayor parte del tiempo ayudándole y animándole a que hiciera bien su trabajo.

No encontré nada extraño en su comportamiento en todo el día. De hecho me pareció que era muy bueno conversando (me hizo varias preguntas que me dejaron muy impresionado, pues tan solo tiene 5 años). Por lo que pude ver es un chico muy pero que muy inteligente, pero para nada aplicado. Mientras el resto de los alumnos fueron con la profesora a su clase de PE (Physical Education), yo me quedé haciendo trabajo extra con Joseph a causa del mal comportamiento que había tenido el día anterior. Salvo que en un momento dado el tío evacuó sus gases en plena presencia mía con dos estruendosas ventosidades, cosa que tuve que ignorar para no satisfacer sus ganas de ser atendido, el resto del tiempo su comportamiento fue bastante digno y, una vez acabada su tarea, pudo volver con el resto de sus compañeros para disfrutar de la última parte de la clase de PE.

Por la tarde disfruté de un largo y agradable paseo por el centro de la ciudad de Carlow, en compañía de Aine y de los dos perritos, Bilbo y Frodo. Yo llevé a Bilbo (el negrito) y Aine a Frodo. De vez en cuando iba echando una mirada hacia atrás, no fuera a ser que nos estuviera siguiendo Gollum!

Hablando de mirar… Cada vez que cruzo la calle tengo que mirar cien veces a todos lados, porque mi cerebro aún no distingue por dónde acecha el peligro. De hecho en Dublín hasta miraba de vez en cuando hacia arriba, donde sobrevolaba una amenaza constante que todo el mundo ha sufrido al menos una vez en su vida: esto es, las gaviotas y sus contundentes cagadas.

Volviendo al paseo, Carlow es una ciudad preciosa, mucho más grande de lo que había imaginado. En el centro hay cantidad de bares y restaurantes. De pasada vi una de las dos catedrales que hay en la ciudad, una protestante para ser más precisos. Hay un par de ríos que atraviesan la ciudad. Por esta vez vi el más pequeño de ellos.

Durante esta semana, que tiene un nombre pero que no recuerdo y que se celebra una vez al año, los estudiantes dejan de asistir a las universidades para básicamente beber y beber, y pasar toda la semana borrachos. Vimos a varios de ellos durante el paseo.

Nos llovió un poco en la vuelta a casa, lluvia fina afortunadamente, así que cuando llegamos a casa Aine puso el fuego en el salón y entramos en calor pronto. Los perros agotados de la caminata se desplomaron delante del fuego y se quedaron dormidos, en una escena digna de haber sido retratada con la cámara. Lástima que no lo hice.

Tiene pinta de que hay muchas posibles cosas que hacer aquí y que 5 semanas no dan para ello…

miércoles, 24 de febrero de 2010

1st Day at School

Versión 1.


No hay nada como despertarse por la mañana en el establo, sacudir la ropa de restos de paja y heces y pegarse una buena ducha de agua fría con la manguera a presión con la que lavan a los caballos.

Gerard vino pronto para recogerme con el burro-carro y partimos por las carreteras comarcales de tierra de la zona, cantando alegremente canciones tradicionales irlandesas mientras saludábamos a nuestro paso a cientos de granjeros que desfilaban felices en sus respectivos burro-carros claro.

El día en el colegio fue estupendo. Aprendimos a ordeñar las vacas a dos manos primero, incluso a una sola mano más tarde! Tienen un sistema de diferenciación muy sofisticado, los alumnos con más dificultades en el aprendizaje eran los encargados de espantar las moscas que atosigaban y molestaban a las vacas. Deberíamos aprender mucho de esta gente!

Llegó la hora del lunch y los maestros fuimos los encargados de ir al matadero. De allí sacamos lunch para unos 50 niños. Los otros tuvieron que conformarse con las pocas setas que recolectaron por los alrededores. A mí no me faltó de nada. Fui el avispado que se quedó con las orejas. Tengo que decir que me gustaban más después de cocinadas y si puede ser con un poquito de salsa de tomate, pero no quise decir nada, no vaya a ser que piensen que los españoles somos unos asquerositos y unos tiquismiquis, y lo último que querría yo es ir dando esa imagen de mis compatriotas!


Versión 2


El colegio está a unos 15 minutos de casa en coche, vino Gerard a recogerme. Al cole se llega a través de una carretera comarcal. Si no tienes coche, olvídate de ir al colegio, no hay forma de llegar. Llegábamos apurados de tiempo y, como suele pasar en estos casos (en Madrid sería el camión de la basura el que te encontrarías y acabaría sacándote de quicio) nos encontramos de frente un granjero que no podíamos adelantar por culpa de la línea continua (al parecer es muy común lo de encontrarse con un granjero y aún más probable que te pase si tienes prisa, ‘Murphy’s rules are everywhere’. Por suerte, el coche que nos seguía era el de la jefa y conseguimos llegar a tiempo.

Lo que más choca del colegio es que está inmediatamente al lado de un cementerio! Fue tal la impresión que me llevé al verlo que me pasaron desapercibido en un primer momento las dimensiones del colegio, que es muy chiquitito. Me pregunto si a las personas que entierran en ese cementerio les dirán durante el funeral aquello de, “que descanses en paz”. Más de una lápida se habrá llevado un buen balonazo, puesto que el muro que separa el cementerio del patio del colegio apenas mide 1metro y medio. Los días que hay funeral los niños no pueden salir fuera a jugar.


Nevó, bastante, pero sólo durante algunas horas de las que estuvimos en el cole. Por eso no pude conocer Carlow Town, el centro de la ciudad vamos, que está a unos 20 minutos andando de donde vivo, así que me quedé en casa toda la tarde. Pronto lo haré, pues iré con Aine a dar un largo paseo a Bilbo y Frodo por la orilla del río. Pero eso será otro día.

martes, 23 de febrero de 2010

1st day in Carlow

Qué bueno es eso de sentirse de nuevo persona. Habiendo descansado bien y después de una ansiada ducha, me encontré con Chris en la cocina para desayunar. Al rato Maria y Harry también aparecieron por la cocina y cuál fue mi sorpresa cuando los tres me acompañaron en coche al lugar donde teníamos el meeting con la coordinadora.

Me repitieron mil veces el placer que era tenerme allí, les estoy muy agradecido, son gente de verdad encantadora, de las que hay muy muy pocas hoy en día. Tienen los tres un corazón que no les cabe dentro. Es una pena que vaya a verlos tan de vez en cuando… No sólo me llevaron en coche, sino que esperaron a que llegaran el resto de mi 'spanish crew' para saludarles y despedirse de mí justo en la puerta. Para el que le pueda interesar, Harry actúa en Madrid en Marzo, Maria y Christophe no estarán porque se van a Australia a la boda del hermano de Maria. Os recomiendo que os acerquéis al concierto, porque a parte de escuchar a un gran músico, os vais a reír un montón y os contagiaréis sin duda de la buena energía que transmite. Os dejo aquí el enlace: www.myspace.com/harrybirdsongs

El meeting estuvo cargado de tensión al principio, por algunos malentendidos que había habido con la coordinadora, pero luego cogió un tono más agradable. Después nos invitó a todos a comer en un sitio cercano, y nos pusimos las botas.

Fuimos después a la estación de autobuses y allí cogí el bus de las 16:00 hacia Carlow. Me senté en primerísima fila, para tener una vista panorámica frontal y lateral y así no perderme ni un solo detalle de los paisajes. Era una gozada ver las praderas tan verdes en contraste con algunas otras que aún conservaban nieve de la nevada anterior. La carretera era bastante mejor de lo que me había imaginado. La mayor parte del tiempo fuimos por autopista, y las comarcales son modernas. Creo que esas carreteras tienen un año tan solo de antigüedad. Vi muchos caballos y ovejas por el camino, y el autobús fue atravesando distintos pueblos, todos ellos preciosos. Lo disfruté como un enano. El conductor estuvo pendiente de avisarme cuando había llegado a Carlow, esto fue a las 17:35.

Gerard vino a recogerme a la estación de autobuses y me acercó hasta la que iba a ser mi casa. Él vive tan sólo 4 números (casas) más arriba.

La mujer con la que vivo se llama Anie, pero se pronunciaría algo así como ‘Onia’. Es un nombre gaélico, de la lengua que se habla aquí. Todos los carteles aquí están puestos en inglés y en gaélico, imagino para intentar que la lengua no caiga en desuso, aunque lo cierto es que por la calle jamás vas a oír a alguien hablar en esa lengua. Quizás en los pueblos más rurales lo hagan.

Mis ojos debían estar como platos cuando entré en la casa, es más, aún no me puedo creer que sea tan bonito la zona y la casa en la que vivo. Tengo mi propio baño y una habitación con cama de matrimonio para mí. La casa tiene vistas al vecindario, que son todo casas adosadas muy típicas de aquí y que tienen un encanto especial. Atención (para los profes) al detalle del cuarto de baño, que me encuentro de frente cada vez que voy a mear!

Tanto Aine como Gerard me han caído en gracia. Cuando Gerard fue a casa, Anie me invitó a cenar unos spaguettis, acompañado de un vino muy tico y con música de Javier Álvarez de fondo, un disco que le ha regalado su profesor de español de aquí, porque raro hubiera sido que hubiese sabido de Javier Álvarez si no.

Después de cenar me acercó al super, que está a solo 5 minutos andando, que en coche fue 1. Me hice con provisiones para unos cuantos días y volvimos a casa.



Entonces me llevé una grandísima alegría. Descubrí que tengo un par de hermanitos, bastante peludos, y aunque se llaman Bilbo y Frodo, no son Hobbits, sino perros. Entre ellos son hermanos, aunque uno es completamente blanco y el otro es completamente negro. Menuda fiesta tuvo que tener la madre aquél día…

Me esperaba Gerard al día siguiente a las 9 menos cuarto para ir juntos al colegio…

2nd Day, David in Dublin

A las 8 y media de la mañana andábamos Victor y yo plantados en la cocina del Tío Harry esperando ese pedazo de ‘complete Irish breakfast’ que nos dio proteínas para una semana y media. Fue su señora quien nos sirvió la comida mientras Harry asomaba la cabeza por la cocina, supervisando que todo estuviera en su sitio y dedicándonos de vez en cuando una de sus entrañables sonrisas.

Antes de irnos no pudimos evitar pedirle a Tio Harry hacernos unas fotos para inmortalizarnos con él, y mostró mucho interés en el blog al que le dije que iban a ir destinadas. Cogimos una tarjeta del hostal que nos reveló que el verdadero nombre de Tío Harry era ‘Brendan’, pero en nuestros corazones será Tío Harry para siempre.

En la puerta del hostal Victor se despidió para dirigirse hacia el nuevo hostal al que iba a alojarse, y yo cogí un taxi para llegar a casa de Christophe que me estaba esperando. Los taxistas en Dublin son muy pero que muy majetes. Fuimos todo el trayecto hablando, apenas nos llevo poco más de 5 minutos llegar hasta casa de Chris.

La sensación al entrar en su casa fue como la de estar en Matrix, porque la planta de abajo tenía una estética muy similar a las casas que salen en la primera peli de la saga. Durante los primeros minutos no hacían más que aparecer desconocidos por la cocina que llegaban, se servían el desayuno y volvían a esfumarse. La explicación es que habían tenido una fiesta el día anterior y como viven 5 personas en la casa, tenían invitados de distintas partes del mundo.

Esa misma tarde tenían programada otra actuación ‘Harry Bird and The Rubber Wellies’, pero les llamaron esa mañana de la sala del concierto diciéndoles que tenía que cancelarse porque el técnico de sonido estaba indispuesto. Tenían a mucha gente viniendo de muchas partes diferentes, incluido el padre de Maria que venía de Holanda exclusivamente al concierto. Era un concierto importante para ellos pues suponía la presentación en Dublin de su primer disco, así que pasaron la mañana buscando soluciones hasta que consiguieron llegar a un acuerdo con la sala.

Con tanto lío, contacté con Victor otra vez para quedar con el y Alicia por el centro. Al pasar por Grafton Street escuchamos que los músicos del día anterior estaban allí otra vez tocando, así que nos acercamos y nos saludaron nada más llegar (como para no acordarse!). Otra vez Victor y Alicia que empezaron a animarse y otra vez que se hicieron con el público…menos con un niño pequeño vestido de Spiderman, que salió corriendo en busca de la protección de su madre cuando Victor le dijo: Spidermaaan!!

A las 6 Alicia nos abandonó y my irish brother y yo nos fuimos en busca del acogedor calor de una Guinness, pues el frío era verdaderamente insoportable. Fuimos primero a una taberna un poco sosa, con dos músicos tocando temas ochenteros y una abuelita sentada en primera fila cantándoselos cardaga de nostalgia. Le cantamos el cumpleaños feliz a una polaca que había sentado al lado nuestro, casi fue lo más emocionante que pasó allí.

En cuanto se acabó nuestra bebida sagrada nos fuimos a la zona de Temple Bar, a probar suerte en el bar donde habíamos visto al calvo el día anterior. Esta vez estaba un tío gordito, que la verdad es que lo hacía bastante bien, pero el local no estaba ni la mitad de animado que el día anterior, quizás por las canciones que cantaba. Aún así, disfrutamos de otra Guinness y de unas cuantas buenas canciones. Acabamos hablando allí con unas chicas italianas muy majas, que nos dieron conversación mientras el músico hacía su descanso.

De ahí nos fuimos al concierto de mis amigos. Allí conocimos a Natalia, la camarera malagueña, que nos sirvió los mejores mojitos que hemos probado en nuestras vidas. Nos lo pasamos pipa en el concierto. En un momento dado la Guiness me obligó a ir al baño en medio de una canción, y cuando vuelvo al concierto no doy crédito cuando veo que están los músicos en el escenario hablando por el micrófono dirigiéndose a Victor, que estaba junto a la barra, y las primeras palabras que consigo oir al entrar es ‘He is in the bathroom because he had pee’, vamos que me estaba meando. Qué cabrón Victor! - pensé… y le pregunté qué estaba pasando. La cosa es que iban a cantar un tema que tienen en español y preguntaron si había algún español en la sala. Víctor alzó la voz y ellos pensaron que era yo, así que les dijo que era Victor y que yo andaba en el baño.

Aprovechó Harry Bird (el cantante del grupo, que es el escocés más vasco que he visto y veré en mi vida, vive en Bilbao claro) para hacerme traducir la canción del español al inglés para toda su audiencia, y fue un momento muy divertido porque a la vez que traducía, fui imitando las entonaciones que iba poniendo y todo el mundo se partía de risa. Momentazo sin duda.

Muchas de sus canciones nos las bailamos mientras todo el mundo permanecía como estatuas, porque si algo tenemos los españoles es que llevamos las ganas de divertirnos siempre puestas.

Coincidió el final del concierto con la llegada a Dublin de Silvia, que volaba el domingo. Victor fue a recogerla y nos reunimos los 3 para cenar algo y tomarnos otra Guiness en Temple Bar.

Les tuve que dejar pronto, porque temía llegar tarde a casa de Christophe y encontrármeles ya durmiendo. Chris me había dejado sus llaves, con total confianza, para que llegara a su casa cuando quisiese. Había cantidad de taxistas por el centro, y tengo que decir que fui pasando uno a uno, descartando a los Bin ladems y a los Contaquintes, hasta que encontré a uno que me daba muy buena espina. Quizá tuve suerte otra vez, o quizá sea que todos los taxistas dublineses son encantadores.

Cuando abrí la puerta de la casa me encontré las luces apagadas. Ni un alma en la cocina, así que subí las escaleras y toqué con los nudillos la habitación de Chris y Maria, pero nadie contestaba. Fui a la cocina y llamé a Chris pero no me dio respuesta. Le mandé un mensaje y ocurrió lo mismo, así que aunque me parecía raro, pensé que quizás se habían quedado dormidos olvidando que no me habían dicho en qué habitación tenía que dormir.

Pensé que en la calle dormiría aun peor con los vagabundos, que hay unos cuantos por allí, así que en comparación no me pareció tan malo dormirme sentado en uno de los sillones de la cocina. Estuve un buen rato intentando pensar alguna solución mejor, pero acabé resignándome y apagando la luz, y poco a poco fui cogiendo la posturita. Me duró 10 minutos el percal, fue oír un ruido de gente entrando por la puerta, pegué un brinco y salí corriendo cual perro recibiendo a su amo. Habían estado hasta tarde y Chris no había visto ni mi llamada ni mi mensaje. Estuvimos los 4 en la cocina charlando durante algo más de una hora y, aunque estaba muerto de cansancio, lo estaba pasando muy bien hablando con ellos.

Para dormir me dejaron un colchón a ras de suelo en una habitación enorme llena de trastos, con una almohada que no se levantaba 5 centímetros del suelo, un saco de dormir para arroparme y un frío que encogía las pelotas. A esas horas pensé que aquello era perfecto, después de haberme imaginado con la tortículis que iba a tener al dia siguiente de haber dormido en la cocina.

Creo que tardé poco en quedarme dormido, pero me costó hacerme a aquel frío…

1st Day: David in Dublin

Se podría escribir todo un libro tan sólo del primer día que hemos pasado en Dublín. Pronto nos dimos cuenta de que iba a ser un día cargado de anécdotas, porque ya el viaje en avión fue toda una odisea. Tuvimos de todo: desde un argentino que se quedó en tierra porque le dio un “jamacuco”, motivo por el cual tuvieron que retrasar la salida del avión para buscar su maleta y dejarla en tierra, pasando por la irlandesa que sufrió un ataque de pánico minutos antes de despegar (momento en el que empezó a cundir el pánico entre algunas personas), o un hombre durante el vuelo enzarzado a gritos con unas jovencitas que no paraban de darle el coñazo.

Una vez en el aeropuerto de Dublín, cogimos el autobús que nos llevaba al centro y allí nos separamos con la intención de reunirnos después de dejar las maletas para comer los 4 juntos. Ahí empezó el calvario para Víctor y para mí. Se nos hizo un infierno localizar el hostal en el que íbamos a pasar la noche los dos. Estuvimos algo más de una hora dando vueltas por las calles de su alrededor sin haber logrado siquiera averiguar dónde estaba la calle a la que teníamos que ir. Creo que preguntamos sin suerte a cerca de 20 personas, pero el colmo fue un borracho que pretendía orientarse mientras señalaba con su dedo en la hoja de nuestra reserva los datos referentes a los detalles de la habitación…Ahí fue cuando lo vi negro y dije: “Victor, estamos hundidos..”.

Sin embargo no perdimos la fe y una iluminada nos dio las referencias acertadas. Así pues, llegamos al número 22 de nuestra querida “Upper Gardiner Street” y resulta que era una casa muy mona…pero lo que era letrero de hostal no había ninguno. Y es entonces cuando aparece nuestro estimado tío Harry, que entraba por la verja del número 21, y al vernos algo despistados preguntó qué andábamos buscando.

Tío Harry es un hombre campechano, con muy buen sentido del humor, todo un especialista en el trato personal. Es el “casero” del hostal, que resulta que es el número 21, no el 22 como aparece en la reserva. Nos llevamos un chasco cuando descubrimos que lo que había reservado Victor no era una habitación doble, sino una “single room”, algo que a Tío Harry le hizo mucha gracia, porque como bien dijo entre sus entrañables carcajadas y con una enorme sonrisa en su cara: “A single room is a single room!”. De nuevo lo vi negro y volví a decir aquello de: “Victor, estamos hundidos…”. Pero Tío Harry pronto buscó una solución y nos consiguió una habitación doble por apenas 10 euros más. He aquí lo bueno, el momento en que abre la puerta con un suave empujón y mientras la puerta lentamente nos va mostrando el interior de la habitación, nuestras inocentes sonrisas comienzan a torcerse cuando poco a poco vemos aparecer una cama de matrimonio. El susto duró segundos, lo que tardamos en entrar y comprobar que había una cama más.

Le pedimos a Tío Harry la contraseña para entrar en internet, y muy amable fue en busca de ello. Nos la apuntó a mano en una hoja. Aquella contraseña parecía el antiguo testamento escrito en clave. ¿Dónde se ha visto una contraseña de 24 caracteres? Después de aquello, cuando nos sentamos en la cama para descansar un minuto y analizar todo lo sucedido, nos entró un ataque de risa que duró unos cuantos minutos. Qué grande Tio Harry! Cómo le echaremos de menos…

Cuando estuvimos listos para irnos del hostal, Tío Harry nos despidió de nuevo con una sonrisa y con su más que peculiar carcajada. Le habíamos caído bien.


Liberarse de las maletas fue una bendición. A partir de ahí empezamos a disfrutar mucho más de la ciudad. Nos reunimos otra vez con Laura y Alicia. Después de comer juntos, caminamos por el centro de Dublin y fuimos a parar a una tienda de Souvenirs. Fue imposible resistir la tentación de empezar a hacernos fotos probándonos todo tipo de gorros con barbas a lo ‘Leprichaud’ incluidas. El son de la música celta que en ese momento estaba sonando en la tienda nos incitó a marcarnos unos bailes muy divertidos, olvidando por un momento que estábamos en medio de la tienda. La dependienta enseguida nos reconoció españoles, cómo no!


Después fue un grupo de música (el cual recomiendo enormemente, se llaman ‘Mutefish’ y suenan genial) tocando en plena calle ‘Grafton Street’. Tenían un gran corro de gente alrededor escuchándoles. Otra vez nos empezamos a dejar llevar por tan encantadora música… cuando de repente Víctor y Alicia empiezan a animarse y animarse y al momento se encuentran los dos bailando en medio de todo el círculo, ante la mirada estupefacta de todos los allí presentes. Si algo aprendí en Dublin es que Victor, aparte de no tener vergüenza, es un gran aficionado al baile, y que Alicia y él hacen una pareja perfecta! Ni Laura ni yo podíamos parar de reírnos. Nos dolía la tripa de la risa de ver cómo los que estaban ahí dando la nota eran mis dos compis españoles. Hay que decir que estaban haciéndolo muy bien. Cuando terminó la canción, Victor hizo el amago de pasar el gorro por la gente, lo que hizo mucha gracia a la gente.


La primera Guinness… ¡oh la primera Guinness! Fue en un bar de la zona de Temple Bar mientras un calvo muy salao deleitaba a los presentes con versiones míticas de grupos míticos en un bar mítico de una ciudad mítica. Pronto nos hicimos notar (otra vez) con nuestros bailes y en seguida nos pregunto el calvo por nuestra procedencia. Así pues nos dedicó un… ’para bailar la bamba…para bailar la bamba se necesita una poca de gracia…’, gracia que no le hizo falta a Victor, porque el tío sacó a una chica de por ahí a bailar durante la canción, a pie de escenario con un público entregad. Vaya bailes se marcó, qué crack! El calvo se tiró el rollo cuando le pedimos que cantara alguna versión de Cranberries o U2 y nos deleitó con ellas.

Al concierto de “Harry Bird & The Rubber Wellies” fuimos Victor y yo. La sala del concierto estaba en la misma Grafton Street. Hacen muy buena música y muy tranquila. En una de estas me giro para contarle una cosa a Víctor, y le veo tambaleando la cabeza en el sitio con los ojos cerrados a punto de irse de boca al suelo. Había dormido solo una hora y media, así que se tuvo que salir fuera a echarse agua en la cara para poder volver a entrar y sentarse a escuchar lo que quedaba.

Cuando salimos del concierto, bajamos Grafton Street otra vez y, en vez del supergrupo de música celta tocando supercanciones irlandesas, lo que había era un triste saxofonista tocando una triste canción con su triste saxofón, lo cual no supuso ningún impedimento a Víctor para coger a la primera mujer que se encontró de cara (y digo bien, mujer, más bien cincuentona) y empezar a bailar como si fuera lo más natural del mundo. Y lo mejor de todo es que la mujer le siguió completamente el rollo!

Guinness…oh Guinness!! Y si es en un bar de la zona de Temple Bar, sabe aún mejor. Increible escuchar a todo un garito cantando 'With or Without You' de 'U2', que es uno de mis temas favoritos y la melodía de mi alarma de todas las mañanas.Fue una noche en la que conocimos a bastante gente. Fue muy gracioso hacernos pasar por guiris con una chica que sabíamos que era española, y en un momento de la conversación pasar de repente de hablar inglés a hablar español perfectamente, para ver su cara de ‘me habéis tomado el pelo durante todo este tiempo’! Después fue Jennifer ‘Rrrrr’, una francesa orgullosa de su pronunciación de la ‘Rr’ y que no paraba de decirnos al oido ‘Rrrrr’.

Menudo aprieto cuando un borracho que andaba a nuestro lado por la calle me pregunta por si me parece ‘hot’ su amiga, y yo en un tono lo más diplomático y cauto posible, le contesté que era ‘nice’, confirmándose mis sospechas cuando me salta con que si estoy diciendo que su novia es ‘nice’! De alguna manera que no recuerdo bien conseguí salir del lío, pero me quedó cierta sensación de que el tío se pensó que Victor y yo eramos pareja o algo así….

Llegamos al hostal de Tío Harry bastante cansados. Jamás había visto a alguien dormise tan rápido como lo hizo Víctor; conté menos de 10 segundos desde su última palabra hasta el primer ronquido, increíble!

El primer día en Dublín fue mucho más grande de lo que podía haber imaginado. Creo que es una ciudad a la que volveré muchas más veces en busca de nuevas aventuras.